La vida es un animal salvaje.
Se escurre, se retuerce.
Te muerde y, cuando te tiene agarrada,
libera su veneno.
Lleva la correa de mi collar,
sabe que si tira, duele. Aprende rápido.
Pero yo también.
Prometí la luna.
Prometí el cielo.
Prometí el polvo de las estrellas
que yo tanto miraba.
Pero fue a esa sonrisa
que luego abandonó tu cara.
Así acabé.
Descalza, en la ventana.
Deseando volar,
ser liberada.
Huesos haciéndose trizas.
Sangre en el asfalto.
El recuerdo de una risa,
la humedad de ojos que ya no podrán llorar.
Estoy más perdida que nunca.
El no saber que pasará mañana
me aterra,
me destroza.
El recuerdo de miradas cómplices
espera entre mis sábanas.
El vacío de mi pecho
me despierta por la mañana.
Hasta que llegan las ideas,
las historias.
El deseo de crear
otra vida, otra persona.
Miles de historias se alojan
en mi cabeza hueca.
Tal vez son el cuchillo con el que apuñalo
al monstruo que me mata con su veneno.
Tal vez son las muletas en las que me apoyo
para no terminar cayendo del todo.
El final de mi viaje contigo,
será el principio de mi gira en solitario.
Gracias.
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