Se me ha caído algo por el camino. "¿Qué es? No lo recuerdo", digo, mientras rebusco en mis bolsillos. Me doy cuenta del gran agujero que tengo en el pecho; el viento que lo atraviesa hace que suene un silbido. Sonrío y me río. Tal vez no está de más perder una cosa de vez en cuando.
Me esfuerzo por encontrar mi corazón, pero poco a poco voy perdiendo sangre también. Sin él y sin cerebro me volveré un zombi (¿hueles eso? Es tu carne pudriéndose poco a poco). Que tengas un buen viaje al más allá, te estaré esperando en uno de los Nueve Círculos del Infierno. No te preocupes, me guiará alguien. ¿Qué? No, Virgilio no. Estoy hasta las narices de los romanos y los griegos. Espero que sea el Marqués de Sade (nos llevaríamos bien).
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